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La otra cara: el agresor

Dentro de la violencia intrafamiliar no sólo hay que tener en cuenta a la víctima sino también al victimario. Hay algunas acciones y actitudes que ayudan a reconocer un presunto agresor y también existen ciertas consecuencias para el agresor ante la ley por un presunto acto de violencia.

Por Juliana Robayo Aguilera 

¿Es el ser humano agresivo por naturaleza?, ¿qué son los malos tratos?, ¿qué es ser un agresor? El agresor es una persona que quebranta el derecho de otra, que ataca, que ofende y es violenta. La violencia es una acción innecesaria y destructiva de un individuo hacia otro. 

 

Todos los seres humanos por naturaleza son agresivos, pero esto no hace que también sean personas violentas. Mientras la agresividad es algo básico del ser humano para su supervivencia, la violencia es siempre destructiva.

 

“El agresor es un sujeto mentalmente desequilibrado. Generalmente, viene con dificultades emocionales, un mal manejo de emociones, de impulsividad o mal control de la ira” explicó Esperanza Durán, psicóloga clínica y experta en llevar casos de violencia intrafamiliar.  


Además, “se ha investigado sobre la relación entre el consumo de alcohol y de otras drogas y el ejercicio de la violencia bien como precipitante o como causa de esta”. Así lo mostró un estudio realizado por Santiago Boira, psicólogo del Servicio de Gestión de Penas y Medidas Alternativas de Zaragoza. 
 

Todas las personas en algún momento se molestan, sienten tristeza, felicidad y rabia. Las emociones son una cosa con la que todos vivimos, pero “el problema radica en cómo afrontar o cómo se reacciona frente a dichas emociones”, expresó la Doctora Durán. Las emociones están en cada persona y por ello todos se deben hacer cargo de ellas y no usar la violencia como respuesta a las emociones.   

 

¿El agresor es solo el hombre? 
 

Muchos tienen en mente que usualmente el agresor es el hombre, pero la realidad es que él no es el único agresor en la violencia intrafamiliar. El presunto agresor en estos casos corresponde a hombres y mujeres en proporciones similares.
 

Según cifras del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, en el total de los casos, donde hay hogares, el padre representa el 32,88% y la madre el 30,69%. En los casos restantes el presunto agresor corresponde, principalmente, al padrastro, tío/a, hermano/a y otros familiares.  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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¿Cómo reconocer a un presunto agresor?
 

El agresor estima a su víctima como alguien de su propiedad y no como una persona con vida propia. Aspira por medio de la violencia a ejercer poder y control absoluto sobre ella. Se considera con derecho a saber todo sobre lo que le acontece y por eso vigila obsesivamente, espía constantemente. 

 

Esperanza Durán, psicóloga clínica, explicó a través de un ejemplo cómo se puede  reconocer un presunto agresor: “Cuando hombres o mujeres empiezan a tener una relación afectiva, al inicio a las mujeres les parece muy normal y muy lindo que el hombre las cele y no las deje salir con nadie aparte de él y esto no es normal, esto se puede valer como una señal de alerta debido a que esa persona quiere cerrar los espacios y no permite pensar y actuar libremente”. 

 

También, para identificar a un agresor se puede evaluar desde el comportamiento de su familia, cómo fue su crianza, si sufrió de algún caso de violencia cuando pequeño hasta cómo es el trato dentro de la familia de esa persona.  

 

Por ejemplo, si la forma de solucionar algún problema dentro de su familia es a los gritos o castigos, si se tratan mal todo el tiempo, si se gritan, si se agreden físicamente, si no se hablan, entre otros.  

 

“Un empujón, un grito, una reacción cómo “Ay discúlpame, es que yo no soy así, pero no sé qué me ocurrió”, desde ahí se puede reconocer a un agresor, y se tiene que empezar a evaluar dichos comportamientos”, afirmó Durán.  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Algunas acciones y actitudes parecen ser aceptadas socialmente y, además, parece que la gente las normalizara, pero que sea común o repetitivo no significa que sea normal. El menosprecio, los celos, gritos, sacudir a otra persona, mencionar bromas de mal gusto, tirar las puertas de la casa, darle golpes a los objetos para mostrar autoridad son algunas de las actitudes y acciones que se deben evaluar y tener en cuenta a la hora de convivir con un presunto agresor y las cuales no son normales.  

 

¿Hay tratamiento psicológico para el agresor?

 

En Colombia no solo se le proporciona ayuda psicológica a la víctima sino también al agresor. Los psicólogos a cargo de los casos de violencia intrafamiliar únicamente citan a las víctimas, para así tratarlas y llevar el procedimiento totalmente aparte del agresor, pero la Comisaría de Familia cita y trata a la víctima y de igual manera al agresor.  

 

Según el Ministerio de Justicia y del Derecho Comisaría de Familia “es un organismo distrital, municipal o intermunicipal, cuya misión es prevenir, garantizar, restablecer y reparar los derechos de los miembros de un núcleo familiar en el que se hayan presentado casos de violencia intrafamiliar”.  

 

Además, afirma la psicóloga Durán, las comisarías “intentan llegar a un acuerdo o negociación entre la víctima y el agresor y, además, ambos están acompañados por un psicólogo y un trabajador social para llegar a un tipo de solución para el conflicto”.  

 

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El agresor ante la Ley 


En Colombia la violencia intrafamiliar está definida en la Ley  294 de 1996, expedida por el Congreso de la República, como “todo daño físico, psicológico, ofensa o cualquier otra forma de agresión” hacia cualquier miembro de la familia.
 

Carmen Marciales, abogada y funcionaria de la Defensoría del Pueblo, afirmó que “a través de esta ley 294 de 1996 se llevan los casos de violencia intrafamiliar y, también, con la ley 575 del 2000. Esas leyes regulan el procedimiento para el otorgamiento de medidas de protección por parte de una de las autoridades competentes, que en este caso son las comisarías de familia”.   

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¿Pero qué pasa con el agresor en estos casos? En primera instancia, por lo general la ruta que se lleva a cabo en las comisarías de familia es generar una medida de protección para el agresor, algo parecido a un llamado de atención.  

 

La abogada Marciales aclara que “no todos los casos de violencia intrafamiliar son iguales, hay algunos de violencia muy marcados y otros en los que los funcionarios no alcanzan a determinar el nivel de violencia”, así que no se usa el mismo procedimiento para todos los casos por ser cada uno diferente.  

 

En segunda instancia, si el agresor incumple la medida de protección, puede ser sancionado con una multa que puede ser convertida en arresto. Y, por último, si el agresor vuelve a cometer el acto de violencia, se reanuda la audiencia y por ende una multa monetaria o, dependiendo de la gravedad del caso, la comisaría está en la potestad de decidir si se arresta al agresor.  

 

Además, la abogada Marciales indica que “usualmente el agresor continúa viviendo con su familia, aunque hay otros que sí asumen la orden dada por la comisaría y otros que siguen repitiendo las acciones con mayor disimulo o presionando de otra forma, depende mucho de la persona”.

 

Denunciar no es difícil. Poner una denuncia de violencia intrafamiliar es el mismo procedimiento como si se fuera a denunciar otro tipo de delito. El miedo no debe ser un obstáculo a la hora de denunciar. De una u otra forma todo en la vida se termina sabiendo.
 

Estos casos se pueden denunciar y resolver por diferentes vías. Una vía, ya mencionada anteriormente, es ante comisarías de familia, y, además, el abogado Ivan Mattar agrega: “las denuncias se pueden llevar a cabo a través de la fiscalía, ante un juez civil municipal, unidades de reacción inmediata y ante un juez promiscuo municipal”.  

 

Para poner en conocimiento un delito básicamente hay 4 formas: mediante querella, con una denuncia en estricto sentido, por compulsa copia o mediante petición especial, por cualquiera de estas formas puede colocar un denuncio de forma verbal o escrita.  

 

El funcionario que reciba la denuncia puede ordenar al agresor las siguientes medidas: primero, que desaloje el lugar que comparte con la víctima si se prueba que su presencia es una amenaza para la vida de los miembros de la familia. Segundo, que el agresor se abstenga de estar en el mismo lugar donde se encuentre la víctima para prevenir molestias, intimidación, amenaza o interfiera de cualquier manera a la víctima.   

 

Además, la Ley 599 de 2000 declara que “el que maltrate física o psicológicamente a cualquier miembro de su núcleo familiar incurrirá, siempre que la conducta no constituya delito sancionado con pena mayor, en prisión de cuatro (4) a ocho (8) años. 


La lucha para poder erradicar el problema de la violencia intrafamiliar en Colombia continúa, por eso todos los miembros que sean víctimas o que sean testigos de violencia intrafamiliar deben denunciar la ocurrencia de manera inmediata para que de esta forma se puedan disminuir los casos y, además, que los agresores paguen por sus delitos.  

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Esperanza Durán, psicóloga clínica, habla sobre algunas familias que no llegan a una solución. 
 
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Para usted, ¿Cuál es el castigo o tratamiento apropiado para un agresor?

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